miércoles, 7 de diciembre de 2011

Pecado mortal (Der Mond)

¿Qué sería de mí, Luna, si no me miraras?
¿Qué sería de mis párpados, si no se abriesen
para inundar el alma con la luz con que me miras?

Seguramente los arrancarías, 
como navaja recién afilada,
en las sangrientas noches de tus nacimientos,
para que no pecara con ellos de emoción.

¡Ah, Luna!, quiereme sin que pueda yo dejar de querer a mis amores...
Quiereme como una amante,
deseame, con la dulce pasión con que se desea en las noches mas negras...
quiereme como una sinfonía
       ¡Quiereme, Luna, quiereme, quiereme!
                            que tengo urgencia de querer
 
        No te de pena quererme
                                      quiereme como tu quieras quererme

                                                                                           ¡Quiereme  Luna!

sábado, 3 de diciembre de 2011

Silvina y las olas

A Silvina le aterraba pensar que las olas del mar fueran todas diferentes. Durante mucho tiempo intentó capturar por lo menos una ola en un frasco vacío de mermelada o en una botella de vino, pero cada vez que lo intentaba, la ola desaparecía. Eran demasiado grandes, asi que guardaba sólo pequeños fragmentos de ellas, sin embargo cuando las encerraba éstas se tranquilizaban hasta morir.

Cansada tras incontables intentos, Silvina llevó al mar su más querido tesoro, un barco de papel que le regalara su primer amor. Cuidadosamente puso el barco sobre una enorme ola y lo miró alejarse. Silvina había capturado para siempre, en el recuerdo de un amor, el instante en que el mar jugaba al sístole, diastole. 

jueves, 1 de diciembre de 2011

El sueño

Me he cansado de esperar el sueño. Detengo la marcha de mis pensamientos y sobre la acera, en una ciudad grisacea, casi oscura, sale a mi encuentro un anciano. Imposible describirlo, la bruma es demasiado aspera. Solo sé que es anciano por su voz.

-Un pedazo de pan, por favor.
-Nada más traigo un pedazo y es para mí.
-Si lo partes podras tener dos trozos iguales o uno más pequeño que el otro.
-No tengo la intencion de partirlo.
-Le cambio un pedazo de pan por un poco de sueño.
-¿Sueño, dijo usted?
-Así es.
-Pero, ¿cómo es eso posible?
-Solamente tiene que partir ese pan...

Despues de esa ultima palabra no recuerdo nada. Me parece haber visto una luz blanca, pero todo me resulta confuso. ¿Por qué me duele tanto la cabeza? ¿Por qué tengo tanta hambre?

El hombre llevó su mano a la cabeza.

-¡Dios mío! Es sangre... ¿Dónde estoy?, ¿por qué todo es blanco? ¡No puedo estar muerto! Sigo teniendo hambre...