sábado, 3 de diciembre de 2011

Silvina y las olas

A Silvina le aterraba pensar que las olas del mar fueran todas diferentes. Durante mucho tiempo intentó capturar por lo menos una ola en un frasco vacío de mermelada o en una botella de vino, pero cada vez que lo intentaba, la ola desaparecía. Eran demasiado grandes, asi que guardaba sólo pequeños fragmentos de ellas, sin embargo cuando las encerraba éstas se tranquilizaban hasta morir.

Cansada tras incontables intentos, Silvina llevó al mar su más querido tesoro, un barco de papel que le regalara su primer amor. Cuidadosamente puso el barco sobre una enorme ola y lo miró alejarse. Silvina había capturado para siempre, en el recuerdo de un amor, el instante en que el mar jugaba al sístole, diastole. 

1 comentario:

  1. Me ha encantado el juego inocente de Silvina, siempre en el intento de capturar lo que sólo el corazón logra.

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